lunes, 2 de noviembre de 2020

EL VERSO de mi paisano.

Enorgullécete de tu fracaso,

que sugiere lo limpio de la empresa:

luz que medra en la noche, más espesa

hace la sombra, y más durable acaso.



No quiso Dios que dieras ese paso,

y ya del solo intento bien le pesa;

que tropezaras y cayeras, ésa

es justicia de Dios: no le hagas caso.



¿Por lo que triunfo y lo que logro, ciego,

me nombras y me amas?: yo me niego,

y en ese espejo no me reconozco.



Yo soy el acto de quebrar la esencia:

yo soy el que no soy. Yo no conozco

más modo de virtud que la impotencia.

II

Pero no cejes; porque no se sabe

cuándo pierde el amor, dónde la tierra

volteando camina, ni qué encierra

mensaje del que nadie tiene clave.



Pues el Libro Mayor (y eso es lo grave)

del Debe y el Haber nunca se cierra,

y acaso acierte el que con tino yerra;

ni es nada el mundo hasta que el mundo acabe.



Si te dicen que Dios es infinito,

di que entonces no es; y si finito,

que lo demuestre pues y que concluya.



Pero no hay Dios ni hay Ley que a contradanza

no se pueda bailar. Tu muerte es tuya.

Tu no saber es toda tu esperanza.



Sermón del ser y no ser. Agustín García Calvo.

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